lunes, 7 de noviembre de 2011

Un derroche muy dañino para el medio ambiente

Un derroche muy dañino para el medio ambiente
El entorno acusa el gasto innecesario de recursos y la generación de residuos


Que buena parte de los alimentos acabe día tras día en la basura no sólo supone un disparate económico y un acto éticamente reprobable. También genera un alto coste para el medio ambiente, incluida la emisión de gases de efecto invernadero. Las autoridades comunitarias calculan que los cerca de 89 millones de toneladas de alimentos que se tiran en Europa al año producen 170 millones de toneladas equivalentes de CO2. Si no se pone freno al derroche, temen que en el 2020 la emisión por parte de la Europa de los 27 podría acercarse a los 250 millones de toneladas equivalentes de CO2.
Los consumidores han de tener en cuenta, reclaman los expertos, que la producción y el transporte de alimentos generan también un alto consumo de energía y recursos naturales, como el agua. Si se tiran sin ser aprovechados, se están malgastando de forma absurda. Y, cuando la comida ya ha llegado a los contenedores de basura (verdura, fruta, carne, leche...), requiere un gasto añadido para su tratamiento y eliminación.
Según datos recientes del INE, en el 2009 se recogieron en España 24,8 millones de toneladas de residuos urbanos. Sólo uno de cada cinco kilos tuvo una recogida selectiva. Esa gran cantidad de residuos mezclados –casi 444 kilos por habitante al año– contiene en buena medida alimentos desechados (se calcula que la materia orgánica representa prácticamente la mitad de los residuos urbanos).
Según denuncia Julio Barea, responsable de la campaña contra la contaminación de Greenpeace, queda mucho camino por recorrer en España con respecto a la separación selectiva en general, pero, sobre todo, de la materia orgánica. "Catalunya es sin lugar a dudas la comunidad autónoma más avanzada, ya que en el resto de España apartar la materia orgánica directamente no funciona", señala. Según el INE, en el 2006 casi el 80% de la basura fue directamente al vertedero o se quemó, mientras que sólo el 10% se recicló y otro 13% fue sometida a tratamientos biológicos.
Los ecologistas defienden los beneficios que conllevan el tratamiento y la recuperación de materia orgánica. "Si la compostas, además de la posibilidad de obtener biogás, el material que queda es muy bueno como fertilizante. Por otro lado, son materiales que dejan de engrosar los vertederos, con lo que se reduciría la emisión de gas metano, mucho más potente en la generación del efecto invernadero que el CO2. Finalmente, se evitaría la contaminación de acuíferos en aquellos vertederos donde la descomposición de los residuos genera lixiviados, que arrastran los productos tóxicos presentes en la basura", afirma Barea.


Que buena parte de los alimentos acabe día tras día en la basura no sólo supone un disparate económico y un acto éticamente reprobable. También genera un alto coste para el medio ambiente, incluida la emisión de gases de efecto invernadero. Las autoridades comunitarias calculan que los cerca de 89 millones de toneladas de alimentos que se tiran en Europa al año producen 170 millones de toneladas equivalentes de CO2. Si no se pone freno al derroche, temen que en el 2020 la emisión por parte de la Europa de los 27 podría acercarse a los 250 millones de toneladas equivalentes de CO2.
Los consumidores han de tener en cuenta, reclaman los expertos, que la producción y el transporte de alimentos generan también un alto consumo de energía y recursos naturales, como el agua. Si se tiran sin ser aprovechados, se están malgastando de forma absurda. Y, cuando la comida ya ha llegado a los contenedores de basura (verdura, fruta, carne, leche...), requiere un gasto añadido para su tratamiento y eliminación.
Según datos recientes del INE, en el 2009 se recogieron en España 24,8 millones de toneladas de residuos urbanos. Sólo uno de cada cinco kilos tuvo una recogida selectiva. Esa gran cantidad de residuos mezclados –casi 444 kilos por habitante al año– contiene en buena medida alimentos desechados (se calcula que la materia orgánica representa prácticamente la mitad de los residuos urbanos).
Según denuncia Julio Barea, responsable de la campaña contra la contaminación de Greenpeace, queda mucho camino por recorrer en España con respecto a la separación selectiva en general, pero, sobre todo, de la materia orgánica. "Catalunya es sin lugar a dudas la comunidad autónoma más avanzada, ya que en el resto de España apartar la materia orgánica directamente no funciona", señala. Según el INE, en el 2006 casi el 80% de la basura fue directamente al vertedero o se quemó, mientras que sólo el 10% se recicló y otro 13% fue sometida a tratamientos biológicos.
Los ecologistas defienden los beneficios que conllevan el tratamiento y la recuperación de materia orgánica. "Si la compostas, además de la posibilidad de obtener biogás, el material que queda es muy bueno como fertilizante. Por otro lado, son materiales que dejan de engrosar los vertederos, con lo que se reduciría la emisión de gas metano, mucho más potente en la generación del efecto invernadero que el CO2. Finalmente, se evitaría la contaminación de acuíferos en aquellos vertederos donde la descomposición de los residuos genera lixiviados, que arrastran los productos tóxicos presentes en la basura", afirma Barea.

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