domingo, 28 de noviembre de 2010

CUANDO LA REALIDAD SUPERA CUALQUIER FICCIÓN.

'Chapo' y Maciel: Dos historias criminales.
FUENTE:VANGUARDIA.MX.
Dos libros, dos mujeres, dos investigaciones, dos ganadoras del Premio Nacional de Periodismo sacuden con su pluma la conciencia nacional. Escriben de Marcial Maciel y de la narcopolítica
Dos libros sacudirán en los próximos días a la opinión pública mexicana. Son dos historias criminales.
Uno, el de “Los Señores del Narco” (Grijalbo), de Anabel Hernández, que documenta los entretelones del narcotráfico en México y las historias detrás de los capos favoritos del sexenio.
El otro, el de “Marcial Maciel, Historia de un Criminal” (Grijalbo), de Carmen Aristegui, en el que se teje con hechos, documentos, entrevistas y análisis la doble vida del fundador de los Legionarios
Se trata del trabajo de investigación de dos mujeres, ambas Premio Nacional de Periodismo, que abordan dos temas sensibles, profundos, de un alto impacto social.
Anabel, con un tema que viene documentando desde hace años y que estremece hoy las entrañas de la sociedad mexicana. El narco y las intrincadas redes de los “señores del narco”, sus patrocinadores y sus protectores desde el Gobierno.
Carmen Aristegui, con el caso que ella fue una de las primeras en develar y que sacudió las entrañas del Vaticano.
Carmen Aristegui: la flecha en la diana
Del prólogo al libro De Miguel Ángel Granados Chapa
El 15 de abril de 2002 puso Carmen Aristegui por primera vez su atención periodística en el fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel. Hacía por aquel entonces, junto con Javier Solórzano, un programa semanal en el Canal 2 de Televisa, el “Canal de las Estrellas”. La emisión se llamaba “Círculo Rojo”. En la programación simplona y complaciente de ese consorcio, “Círculo Rojo ”era una anomalía por la originalidad de sus temas, la amplitud de su cobertura, el ánimo crítico que lo movía. Por eso no duró mucho al aire. Apenas un año, no obstante que su recepción y aceptación por la audiencia —el rating que en ese medio todo lo domina— mostraba que había creciente público que reclamaba ese tipo de mesas de análisis, al que los dos periodistas convocaban a los protagonistas de los sucesos relevantes o a los expertos capaces de explicarlos, sin que los anfitriones se limitaran a simplemente abrir los micrófonos. Eran dueños de su propio criterio, expresaban su propia opinión.
Cuando concluyó “Círculo Rojo” flotó en el aire la impresión de que su abordamiento del “caso Maciel” había contado entre los factores que determinaron su supresión. Estaba asimismo presente el deterioro de la relación de Carmen y Javier con sus socios en Imagen, asociación que se rompió de mala manera y en perjuicio de los dos profesionales.
Cuando reemprendieron su tarea periodística, transitando cada quien su propia senda, en W Radio (y Carmen, después de una agresiva censura en MVS), el “caso Maciel” ocupó la atención de la mayor periodista de la radio y la televisión en el tiempo presente. Así ocurrió también en la pantalla del Canal Once mientras fue una de las participantes en “Primer Plano”, y en el programa de entrevistas que lleva su nombre y se transmite cotidianamente por CNN en Español.
El “caso Maciel” se había hecho público en 1997 cuando lo descubrieron los periodistas Jason Berry —entrevistado en este libro— y Gerald Renner, que dieron su hallazgo al periódico The Hartford Courant, en la costa atlántica de los Estados Unidos. Su material fue retomado en México semanas después por el reportero Salvador Guerrero Chiprés, en La Jornada, y más tarde por Ciro Gómez Leyva, el del Canal 40, una emisora de presencia módica, casi discreta.
La reacción áspera en contra de la difusión del caso hizo que desapareciera de la escena pública hasta que Carmen Aristegui lo retomó, nada menos que a través del canal más visto de la televisión mexicana.
¿Qué es “el caso Maciel”? Se trata de la doble vida del creador de la Legión de Cristo, que fue declarado modelo para la juventud por el papa Juan Pablo II y contra el cual había, en sentido contrario de ese talante presuntamente ejemplar, información precisa sobre el que durante largo tiempo pareció ser su único defecto, único pero no menor, el de la pederastia practicada en seminaristas reclutados para engrosar la Legión de Cristo, y de los que abusaba el propio fundador. Ya en los años cincuenta la noticia acerca del comportamiento perverso de Maciel había provocado una indagación sobre su conducta, emprendida por el Vaticano. De ella, sin embargo, quedó exonerado, no porque se le encontrara inocente de los cargos que se le imputaron, sino porque ya surtían efecto sus relaciones con la curia vaticana, alimentadas por la largueza con la que se conducía frente a ellos el ambiguo sacerdote, que procuraba proyectar una imagen de santa severidad y que era un dictador que imponía sus perversiones a quienes estaban obligados a callar y a los que hacía incurrir en pecados de los que el mismo pederasta los absolvía, y contra los cuales predicaba en sus homilías.

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