domingo, 4 de septiembre de 2011

SEGUIMOS LA EVOLUCIÓN DE SOMALIA.


Somalia al borde de cualquier muerte



03 de septiembre de 2011, 01:03FUENTE: Periodista de la Redacción África y Medio Oriente de Prensa Latina. (por Silvia Martínez Puentes)

La Habana (PL) En Somalia, cuando no se muere en el fuego cruzado de la guerra civil, la hambruna cobra proporciones aterradoras sin que ninguna ayuda humanitaria pueda paliar la dimensión de la tragedia.

  Para atenuar la crisis hacen falta de inmediato dos mil 500 millones de dólares, de los cuales solo han sido recaudados mil 100.

La subsecretaria general de la ONU para Asuntos Humanitarios, Valerie Amos, teme que la catástrofe alcance mayores proporciones si el apoyo internacional falla.

Pero la alerta rebasa el drama de hoy y advierte que en el futuro cercano el cambio climático, los desastres naturales y la sequía, como la que vive hoy el Cuerno de África, serán "más severos y frecuentes".

Expertos de la ONU coinciden en que existe alarma de hambruna cuando ha fallado todo y no se avizoran mecanismos de subsistencia.

Rara vez ese término es usado por las organizaciones humanitarias: por última vez fue aplicado hace 20 años en la atribulada Somalia.

Al filo de la navaja

También hace apenas un mes la ONU declaró hambruna en cinco zonas de ese país africano, incluyendo Mogadiscio, la capital, donde ocurren cada día siete muertes por cada 10 mil niños menores de cinco años a causa del hambre y las enfermedades contagiosas curables, que amenazan con extenderse a otras regiones.

Para cientos de miles de somalíes, en especial los grupos más vulnerables, aunque nadie escapa a ese destino, la salvación podría estar en llegar a un campamento de refugiados donde es posible encontrar agua, alimentos y medicinas.

Muchos sucumben en el intento, otros tantos son devueltos a sus lugares de origen, tras caminar cientos de kilómetros, y no pocos mueren al llegar al refugio o en la espera de recibir ayuda, la que puede demorar entre siete y 12 días, debido a la enorme cantidad de necesitados.

Los campamentos están abarrotados de personas y los socorristas confiesan encontrarse al límite de sus posibilidades. El refugio keniano Dadaab, por ejemplo, con capacidad para 90 mil personas, alberga a 370 mil y tiene un retraso en el registro de 16 mil.

Los infantes que huyen del hambre y la guerra en Somalia llegan aferrados a la vida, pero exhaustos. "Debemos hacer algo más que obligarlos a soportar la espera (para el ingreso) en la maleza", aseguró Prasant Naik, responsable de una ONG en Kenya.

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Un año atrás, los llamados grupos de alerta temprana, llamaron la atención sobre los niveles insuficientes de lluvia y poco tiempo después vaticinaron la catástrofe que se avecinaba.

Occidente desoyó el reclamo y nada hizo para frenar la pandemia de que amenazaba a la región.

Prueba de ello es que por ejemplo entre 2008 y 2010 Estados Unidos redujo un 90 por ciento la ayuda a esa empobrecida nación.

Por añadidura, Somalia sufre un conflicto armado desde hace dos décadas, el cual no sólo divide al país en dos, sino que dificulta el acceso humanitario, por la inseguridad.

Tanto Al-Chabab (la Juventud) como las milicias afines al Gobierno Federal de Transición somalí reclutan a niños como soldados en los campos de refugiados; y en muchas zonas, sobre todo del sur, se apropian por la fuerza de los donativos de alimentos y medicinas.

Somalia es el eslabón más débil de la cadena de calamidades que padece el Cuerno Africano, donde además de la severa sequía, razones económicas, políticas, confesionales y sociales ensombrecen el futuro del continente.

La crisis estructural de la agricultura, la inseguridad alimentaria, las deformadas infraestructuras económicas y sociales y los conflictos políticos y étnicos, limitan el desarrollo.

África hace por crecer, pero la avaricia humana, traducida en guerra y expoliación, cercenan sus recursos naturales, y lo peor, matan a su gente con bombas, y de hambre y enfermedades.

La ciudad somalí de Mukarama recibe al visitante con una pancarta: "Bienvenidos al país olvidado del mundo".

El mismo Mogadiscio, fundado en el siglo X por mercaderes árabes y persas y otrora conocido como la Perla Blanca del Océano índico, ha devenido hoy la más pobre e insegura ciudad del planeta.




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