martes, 31 de enero de 2012

CONTAMINACIÓN EN EL CONTINENTE HELADO.

Contaminación en la Antártica preocupa a científicos chilenos
FUENTE: PRENSA ANTÁRTICA.
Los investigadores Roberto Quiroz y Paulina Bahamonde tomando muestras de nieve en el glaciar Collins para determinar la acumulación temporal de contaminantes orgánicos persistentes en ese compartimento ambiental. Fotografía, INACH.
Varios proyectos del Programa Nacional de Ciencia Antártica tienen como objetivo estudiar el estado del medioambiente antártico. Aunque la contaminación, según los estudios, por el momento es ínfima, las bases nacionales ya han tomado medidas como la implementación de plantas de residuos.
Un paraíso helado, cristalino y puro. Esa es la imagen que se tiene de la Antártica y, en gran parte, así es efectivamente. La actividad humana en el Continente Blanco se restringe a pocos lugares que cuentan con asentamientos permanentes, todos ellos bajo el control del Sistema del Tratado Antártico y el cumplimiento de las estrictas normas que éste impone a sus adherentes, entre ellos Chile.
Según Verónica Vallejos , bióloga del Instituto Antártico Chileno (INACH) y delegada nacional ante el Comité de Protección del Ambiente (Committee for Environmental Protection, CEP, organismo asesor del Tratado Antártico), “Chile siempre ha estado preocupado por el medioambiente antártico y de sus ecosistemas dependientes y asociados, e intentamos minimizar al máximo posible el impacto que los humanos generamos sobre ese prístino ecosistema, además de generar conciencia de protección de dicho continente en la ciudadanía”.
Actualmente, son cuatro los proyectos del Programa Nacional de Ciencia Antártica (PROCIEN) que se centran en la temática medioambiental desde distintos enfoques. El Dr. Claudio Gómez, de la Universidad de Magallanes, lidera el proyecto “Centro de Monitoreo Ambiental Antártico”, que busca mejorar las capacidades existentes en las bases antárticas chilenas, formando a las dotaciones para que participen en índices de desempeño ambiental y accedan así a una especie de certificación de cumplimiento de monitoreo por medio del control de los afluentes. “Es también darles las herramientas para que ellos tomen decisiones relacionadas con sus sistemas de tratamiento”, agrega Nancy Calisto, integrante de este proyecto.
Gómez junto a María Soledad Astorga han medido, por ejemplo, en la base O’Higgins la contaminación del suelo por hidrocarburos derivada de la faenas de carga y descarga de combustibles. A partir de eso se determinó que la contaminación es puntual y puede ser resuelta mediante biorremediación.
La huella inevitable del ser humano
Este grupo comenzó el año 2005 trabajando en una planta de tratamiento de aguas residuales en base Escudero (INACH), después obtuvieron un proyecto de concurso nacional donde su objetivo era medir el efecto de la presencia humana en las inmediaciones de las bases. En mediciones realizadas al lado de los afluentes en bahía Fildes (isla Rey Jorge), sólo los coliformes fecales fueron indicadores de la presencia humana. “En el caso de Fildes nunca hemos encontrado evidencia más allá de diez metros de la costa, y eso que se trata de un lugar con mucho movimiento y varias bases, no sólo chilenas”, precisa Calisto.
“Todas las bases permanentes que hemos conocido, es decir, las bases Frei, O’Higgins, Prat y también Escudero y la Capitanía de Puerto de Fildes, tienen plantas de tratamiento; los sistemas varían de base en base, aunque en general son plantas de tratamiento biológico, que es lo que se está utilizando hoy en el mundo”, explica el Dr. Gómez.
José Retamales , Director Nacional del INACH, comenta que “lo primero es mirar este problema en la proporción y perspectiva correctas: la contaminación en la Antártica existe, así lo han determinado los proyectos que hemos apoyado y según los datos obtenidos sabemos que esta contaminación es mínima en relación a la que existe en otros lugares. Además, no debemos olvidar que este continente, al contrario de lo que se piensa, no está aislado del resto del planeta, ya que influye y es influido por lo que pasa en el aire y en los océanos de toda la Tierra.” El mismo sistema de corrientes polares que enfría las aguas costeras de Chile, puede traer de vuelta basura lanzada desde un buque pesquero o de turismo a miles de kilómetros de las gélidas playas de la isla Rey Jorge.
Otros dos proyectos han medido la presencia de contaminantes orgánicos persistentes y de material particulado. En este último caso, la medición se realizó en el sector de la península Antártica, comparando los resultados con sectores densamente poblados como Santiago de Chile. El grupo liderado por Margarita Préndez (U. de Chile) sugiere la continuación del monitoreo actual a causa del aumento sostenido de este material en los últimos años.

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