miércoles, 18 de abril de 2012

Reflexión sobre el periodismo


Desde el Blog de June Fernández
Me hice periodista pensando que el objetivo de esta noble profesión es contar a los lectores o a la audiencia qué está pasando y por qué. Es decir, informar. No sólo de que ha habido una revuelta en Egipto, por ejemplo, sino de cuál ha sido el contexto y cuál el detonante que expliquen el origen de la protesta, ofreciendo datos contrastados y las versiones de las partes implicadas. Pues bien, el sábado puse Teleberri, el informativo de ETB2 y me encontré con la siguiente noticia (la transcribo):
“Y en Bermeo, un grupo de ciudadanos se ha manifestado esta mañana en defensa de sus derechos. Ciudadanos que se sienten discriminados en su pueblo ante el trato que (dicen) reciben los inmigrantes, por lo que han pedido igualdad en todos los ámbitos. Protesta que ha generado momentos de tensión, y es que, en frente otro grupo, mucho más reducido, que defendía los derechos de los inmigrantes, los ha tachado de racistas”.
¿Qué habrán pensado quienes hayan visto la noticia? Tal vez una parte de la audiencia se haya quedado con ganas de tener más datos (por ejemplo, qué trato se supone que reciben los inmigrantes en Bermeo), y otra parte (en la que me incluyo) se haya inquietado ante una protesta xenófoba. Pero gran parte de la audiencia habrá pensado: “Seguro que tienen motivos para quejarse”. O, simplemente, la habrá relacionado con el mogollón de noticias con poco fundamento y de rumores sin ningún fundamento con el que se bombardea a la ciudadanía cada día, haciéndole creer que la población inmigrante recibe más ayudas sociales por ser inmigrante. Que a quienes vienen de fuera les caen pisos de protección oficial del cielo, ganan casi mil euros en prestaciones sin pegar palo al agua, y además copan la sanidad pública, a la que van todo el rato porque la tienen gratis, pese a ser en muchos casos inmigrantes ilegales, que además ponen el reguetón a tope en sus casas, cuando no están de bar en bar tocando culos y bebiendo restos de cubatas ajenos, o cuando no están inhalando pegamento en un portal y atemorizando a las ancianas que viven en él. Eso es lo que tanta gente lee cada día en El Correo, ve en España Directo, escucha en Intereconomía, comenta en el foro de internet de turno y en las conversaciones de ascensor o de pescadería.
La televisión pública  cuenta, sin ofrecer más datos, que unos vecinos se sienten discriminados frente a los inmigrantes y “piden igualdad”, mientras que otros (muchos menos, subraya la presentadora) “defienden los derechos de los inmigrantes”. Una manipulación, por cierto, dado que en su pancarta no se apela a los derechos de los inmigrantes sino que pone en euskera “Todos los derechos para todos y todas”. No es la primera vez (ni será la última) en la que los medios de comunicación califican de defensores de los derechos de los inmigrantes a colectivos antirracistas cuyo discurso es la igualdad de derechos para todas las personas.
Eso no es periodismo, o al menos no es el periodismo que considero digno de una televisión pública. Vale, el tiempo en la tele es brevísimo, pero bastaba con preguntar a los convocantes en qué se basan para afirmar que los inmigrantes tienen más derechos, ver si su respuesta tiene que ver con hechos o con prejuicios, enterarse de cómo está la situación, y entonces aportar una frase (sólo una) que aclare algo a la audiencia. Así que me imagino dos escenarios posibles:
1- El Ayuntamiento de Bermeo ha lanzado algún tipo de medida dirigida únicamente a inmigrantes. Una parte del vecindario se opone a lo que entiende como discriminación positiva, y protesta.
2- No existe en el municipio ninguna política que priorice a la población inmigrante. El vecindario se queja motivado por la sensación de que cada vez hay más inmigrantes en el municipio, que van mucho al médico, que les tocan VPO y que cobran un porrón de ayudas.
En caso de que la situación fuera la número 2, bastaría con añadir una frase como “los vecinos piden igualdad, pese a que no existe ningún recurso municipal que priorice a los inmigrantes”. En caso de que la situación fuera la número 1, convendría saber cuál es esa política que ha suscitado polémica. No es lo mismo que el Ayuntamiento haya decidido que la población inmigrante tendrá preferencia en la adjudicación de viviendas protegidas (algo, que yo sepa, inédito), a que el Ayuntamiento haya lanzado un Plan de Inmigración que contempla medidas para favorecer la integración, tales como cursos de euskera para inmigrantes o charlas informativas sobre los recursos municipales (algo que podríamos criticar respecto al enfoque, pero que no supone en  ningún caso una medida que coloque a los inmigrantes en posición de ventaja social respecto a la población autóctona). Total, que bastaría con añadir a la información una frase como: “Los vecinos protestan porque el Ayuntamiento ha aprobado una medida que…”. Y que la audiencia valore si esa medida es o no discriminatoria.
De esta forma, en cambio, no nos enteramos de nada. No contamos con ningún dato que nos ayude a valorar si la protesta tiene base o si es una reacción xenófoba. No tenemos ningún elemento para valorar si el Ayuntamiento de Bermeo está ofreciendo un trato mejor a su nuevos vecinos y vecinas que a quienes llevan generaciones en el pueblo. Ni siquiera conocemos el porcentaje de población que es inmigrante. No sabemos NADA. Sólo que hay gente cabreada con los inmigrantes. Y, por si fuera poco, la periodista destaca que el grupo que se declara discriminado es más numeroso, y acusa al segundo grupo de “tachar de racistas” a los manifestantes.
¿Cuál es el objetivo de esa noticia? ¿Será que no había grandes noticias el fin de semana y se han limitado a cubrir acríticamente las distintas movilizaciones convocadas?  ¿Será que, recordando la historia de otros pueblos en los que se han vivido conflictos racistas o xenófobos, como Vic o La Arboleda, han decidido seguir la situación desde el principio? ¿Será que los convocantes han enviado una nota atractiva que ha animado a la tele a pasarse por ahí? Sea cual sea la motivación de cubrir esa movilización vecinal en Bermeo, contar que unos vecinos se declaran discriminados frente a los inmigrantes (y que otros vecinos los tachan de racistas) sin explicar nada no aporta nada más que vincular una vez más inmigración a conflicto social, y a alimentar el bulo de que la población inmigrante está recibiendo un trato de favor en el acceso a recursos públicos y a prestaciones sociales.
Eso no es hacer periodismo objetivo. Eso es hacer un periodismo acrítico que no sólo no informa, sino que desinforma, porque permite que la audiencia se haga un esquema mental que no coincide con la realidad. Porque a día de hoy no existe ninguna prestación social en la Comunidad Autónoma Vasca a la que pueda presentarse la población inmigrante y no la autóctona, ni ninguna en la que ser inmigrante dé puntos. Y si Bermeo hubiera innovado lanzando una prestación sólo para inmigrantes o privilegiándoles en el acceso a algún recurso, seguro que El Correo lo hubiera llevado a portada.
El Correo, por cierto, dedicó recientemente una doble a hablar de la “amenaza latente del yihadismo” por la que la Ertzaintza se estaba especializando en terrorismo islámico. Por cierto, el reportaje comparte portada con otro sobre cómo algunos inmigrante buenos (ninguno moro) estudian euskera para integrarse, para que se vea que El Correo no es racista. Pero analicemos lo del yihadismo. En primer lugar, eso de “amenaza latente” me parece de traca: si amenazar consiste en dar indicios de estar inminente algo malo, y latente es algo oculto, escondido o aparentemente inactivo, una amenaza latente es que existen indicios ocultos o inactivos de que va a ocurrir algo. O sea, no hay indicios reales, porque están ocultos o inactivos. Es decir, no hay nada. La Ertzaintza se está especializando en eso para justificar el sueldo de los agentes que se dedicaban a la lucha antiterrorista (así se reconocía en el reportaje), no porque existan indicios reales de una agresión yihadista.
Podemos criticar a El Correo. Podemos criticar sobre todo al Departamento de Interior. Pero en este post prefiero volver a la noticia del Teleberri y decir que a un medio público como EITB se le puede exigir más. Se le puede exigir que, si no aporta información útil que refute los prejuicios xenófobos, al menos no los alimente. Se le puede exigir que no haga encerronas a activistas de SOS Racismo, enfrentándolos a cinco hosteleros xenófobos cuando van a sus programas de actualidad a presentar informes en los que hemos demostrado la discriminación sistemática que sufren las personas inmigrantes y no blancas en discotecas e inmobiliarias. Podemos exigirles que cumplan con la recomendación del Ararteko de no dar el dato de origen de las personas que cometen delitos (y pese a ello, tras el asesinato de una mujer en Tolosa, la periodista de Gaur Egun dijo que el asesino confeso era marroquí).
Esas cosas las digo como ciudadana muy preocupada con el papel de los distintos organismos públicos (incluido el departamento de Interior) en la propagación de los prejuicios xenófobos, racistas e islamófobos. Como periodista, digo alto y claro que ese tipo de periodismo no es imparcial sino que es una chapuza que desinforma a la ciudadanía y la expone a prejuicios xenófobos.

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