miércoles, 25 de abril de 2012

Una gratitud más allá del crash....

Día del  Libro 2012 en No-Ficción : º1 Santiago Niño Becerra con “Más allá del crash”, de Los libros del lince.
Recogíamos esto directamente desde la voz del propio editor, Enrique Murillo:“Todavía no nos hemos recuperado de la sorpresa y la alegría, ni hemos podido calibrar la magnitud de las ventas de este libro que ya llevaba 10 ediciones vendidas desde finales de otoño pasado, y que ahora nos ha permitido por vez primera colocar un número uno en una fecha como el Día del Libro. Pero el solo hecho de que, según informaciones de los libreros, esta obra publicada por Los libros del lince haya obtenido un éxito tan extraordinario, sobre todo si se considera la pequeñez y carácter artesanal de nuestra editorial, ya es más que suficiente para expresar la enorme gratitud que debemos a todos los que nos han ayudado a llegar hasta este día. Esta es una nota de gratitud de una pequeña editorial artesana que quiere dar las gracias a todos los que han contribuido al éxito alcanzado ayer por uno de nuestros autores, tal como se constata en los links que siguen a esta nota.Gracias, pues:

1)      A los libreros, que durante nuestros cuatro escasos años de vida nos han tratado de maravilla.
2)      A UDL, a nuestros distribuidores y vendedores, por el entusiasmo y eficacia con los que han difundido nuestros libros.
3)      A los medios, que nos han ayudado de forma extraordinaria a dar a conocer nuestros libros. Y muy especialmente a Gemma Nierga, Josep Cuní, Manel Fuentes, Toni Clapés, Susana Griso, Ely del Valle, y la multitud de diarios, blogs, periódicos digitales,etc., que han entrevistado o tienen como colaborador a Santiago Niño Becerra.
4)      Al grupo de amigos y familiares que alentaron y financiaron en la medida de sus limitadas posibilidades esta editorial diminuta que trata de compensar con cariño por los libros su escaso potencial humano y económico.
5)      A Néstor y a Lorena, a Inés y a María Jesús, a Robert, a Ana, y muy especialmente a L., y a todos los demás colaboradores que nos ayudan a hacer bien nuestros libros. Y a Manel, que lleva tan magníficamente bien nuestras relaciones con Hacienda.
6)      A nuestros amigos de América Latina que distribuyen nuestros libros allí por la confianza en nuestro joven catálogo, y a Julián Chappa, nuestro editor en Buenos aires, por su inteligencia y eficacia ilimitadas.
7)      A Paco y a Joan, de Gama/THAU, cuyo buen trabajo y apoyo debemos también nuestra subsistencia.
8)      A mis alumnos de las sucesivas generaciones del Master de Edición de la Universidad Autónoma de Barcelona, que me han obligado a reflexionar sobre una pasión inexplicable a fin de transmitirles curso a curso lo poco que los años me han ido enseñando.
9)      A Lidia y Enric, que nos han permitido entrar en el mundo de la edición digital.
10)   A Marc y Joan, de la oficina del banco en mi pueblo, que nos ayudan a sobrevivir en estos tiempos difíciles.
11)   Y MUY ESPECIALMENTE, Y POR ENCIMA DE TODOS, a nuestros autores, con Santiago Niño Becerra a la cabeza, por su confianza en nuestro trabajo. Junto a él, gracias a Willy Uribe, Luis Tolosa, Gustavo Duch, Antonio Baños, Matías Néspolo, Julio Gisbert, Marina Perezagua, Valentín Giró, Carlos Trenchs, Carlos Taibo, Marcel Coderch y otros muchos escritores que tuvieron la delicadeza de poner su obra en nuestras manos. Son ellos quienes dan sentido a nuestro trabajo, que consiste en publicar su obra en el sentido fuerte de la palabra: hacerla pública, lograr que se conozca y a la postre encontrar lectores para ellos.

A todos, mil gracias por habernos ayudado a llegar hasta este momento.

Personalmente, me siento como Pockets, el inefable personaje de “Hatari¡” del gran Howard Hawks. Del grupo de aventureros que cazan vivos, para ponerlos a disposición de los parques zoológicos del mundo entero, elefantes y rinocerontes y otros animales de las sabanas africanas, recuerdo sobre todo a Pockets. Tras inventar un procedimiento casero para atrapar simios, el pobre hombre cierra los ojos por temor al fracaso el día que su invento se pone a funcionar. Y cuando resulta que la gigantesca red propulsada por un cohete de estar por casa consigue cazar un enorme número de animales, él no da crédito a su éxito y pide a todo el que se presta: “Cuéntamelo. Dime cómo ha ocurrido.”
Aunque me voy a poner bastante pesado, os lo pido a todos: por favor, contádmelo otra vez. Decidme que no he soñado.

Mi gratitud se duplicará.

Abrazos a todos,
Enrique

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