Craig MacFarland tiene más de 40 años de experiencia en el manejo de los recursos naturales y áreas protegidas de América Latina. Fue director de la estación científica Charles Darwin de las Islas Galápagos y es uno de los responsables del repoblamiento de varias especies nativas en dicha región. Su amplio y destacado currículo abarca más de una decena de páginas. Sin embargo, este prestigioso biólogo estadounidense no asume la postura de un científico serio o encumbrado en su trayectoria. Sencillo y siempre dispuesto al diálogo, nos cuenta sus inicios y por qué es importante conservar la naturaleza.
OH! ¿Cómo nació su interés por la conservación de la naturaleza?
CM: Cuando tenía seis años disparé a una pequeña lagartija con mi rifle de aire comprimido y la maté. Al darme cuenta de lo que había hecho me puse a llorar desconsoladamente. Ese hecho creo que me marcó y empezó a cambiar mi vida, porque con el tiempo descubrí que me gustaba la biología. En Estados Unidos estudias cuatro años de biología y luego puedes aplicar para Medicina. Cuando ingresé a la universidad pensaba en ser médico, pero al año y medio me dí cuenta de que más me interesaban los animales y las plantas. Así que me orienté en esa dirección e hice un posgrado dedicado al estudio de las lagartijas.
Después logré viajar a las Islas Galápagos para investigar a las tortugas gigantes que hay allí. Iba con la idea de hacer ‘ciencia pura’, es decir, investigar solo la situación en la que estaban, pero percibí que casi todas las especies tenían problemas y que su población estaba disminuyendo, además de que había problemas con especies introducidas y que proliferaron, perjudicando a las nativas. Entonces puse todo mi esfuerzo en estudiar las tortugas para ver qué se podía hacer para salvarlas. Luego de varios años ahora podemos decir que 10 de las 11 especies han mejorado su población y que hemos ido eliminando a las especies introducidas.
OH! ¿Cómo es que llegó a Bolivia?
CM: Luego de Ecuador me fui a Costa Rica y desde allí he trabajado en Panamá, Belice, México, Estados Unidos y eventualmente desde Venezuela hasta Bolivia a través del Centro de Investigación y Enseñanza Agronómico (Catie). Actualmente, paso el 70% del año en América Latina y siempre trabajando en áreas protegidas o con comunidades que hay dentro o adyacentes a las áreas protegidas.
Esta vez vine a Bolivia como voluntario y estuve trabajando varias semanas en La Paz y estaré algunas semanas aquí, en Santa Cruz, colaborando con instituciones y dando un taller a guardaparques.
OH! ¿Cuándo y cómo surge el concepto de áreas protegidas?
CM: Empezó mucho antes de lo que se piensa. La mayoría cree que el primero fue el famoso Parque Nacional Yellowstone, de Estados Unidos, que se creó en 1872, pero miles de años antes en la India algunos reyes destinaban reservas de bosques para guardar la vida silvestre con el fin de que ellos y personas de la realeza pudieran ir a cazar algunos animales sin por ello exterminarlos. Hay también evidencias de hace 4.000 años de culturas que realizaron desarrollos agroforestales en los que combinaron la producción agrícola con el mantenimiento de bosques. A través de este sistema también se domesticaron plantas para el consumo humano.
En España, Portugal e Inglaterra algunos reyes también mantuvieron reservas forestales o de cacerías.
OH! ¿Cuándo se empezó a considerar las áreas protegidas como fundamentales para la conservación de la biodiversidad?
CM: En la década de los 70, pero empezó a ser más fuerte en los años 80; yo diría que en los últimos 20 años es cuando más se ha enfatizado su importancia.
OH! ¿Ha cambiado el manejo de las áreas protegidas con los años?
CM: Sí, en el sentido de que se reconoce que no es suficiente tener parques nacionales, sino que tiene que haber cierta categorización y diferentes niveles de protección. Hay regiones que requieren una protección completa y donde solamente se deber permitir el ingreso a investigadores y estudiantes, pero hay también reservas forestales donde hay mayor intervención humana, pero en todos los casos es fundamental la sustentabilidad y para ello es necesario que se hagan buenos análisis de su situación.
OH! ¿Actualmente qué es lo que más se toma en cuenta en el manejo de las áreas protegidas ?
CM: Gracias a las investigaciones sabemos mejorar la sostenibilidad de diferentes especies. Además, cada vez se aprenden cosas nuevas sobre este aspecto. Pero creo que actualmente la parte más importante no es esa, es decir, la parte técnica. La parte que no se había visto antes y que a partir de los últimos 20 años se ha tratado con mayor importancia, es la de mejorar la colaboración con la gente que representa a las comunidades que viven en las áreas protegidas o adyacentes. Se busca acordar procedimientos de intervención que sean sostenibles. Por ejemplo, en lugar de cortar todo el árbol, solo extraer lo que se va a necesitar y aprovechar, como ocurre aquí con algunas palmeras, donde solo se saca una parte y no se elimina todo el árbol.
OH! Hay personas que consideran que el conservacionismo pone trabas al desarrollo de algunas regiones ¿usted qué opina?
CM: Es que la idea extractivista y de reducción de las áreas protegidas todavía sigue siendo fuerte en muchos países y eso es malo. Lo importante ahora es en lugar de pelear es unir esfuerzos y buscar el desarrollo sostenible en conjunto.
OH! ¿Conoce experiencias que hubieran funcionado bien?
CM: No es tan fácil citar ejemplos, pero conozco algunos casos en Ecuador, Perú, México y otros lugares de Centroamérica donde hay buenas experiencias de conservación. La solución es tener gente de la misma comunidad junto con la gente del manejo del área trabajando juntos.
OH! ¿Conoce el problema del Tipnis? ¿Qué opina del tema?
CM: No sé muchos detalles, por eso no puedo hablar de ese problema. Entiendo que es un tema complicado y ojalá que haya una solución. Donde he trabajado en un caso parecido ha sido en Darién, que está entre Panamá y Colombia. En los últimos 110 kilómetros de ese territorio hay un bosque y durante años se discute la construcción de una gran carretera que atraviese esa zona. Yo hice estudios entre 1997 y1998 en los que detectamos que al hacer una carretera se permitirá el ingreso a Panamá, Centroamérica y México
de 140 tipos de insectos y otros invertebrados que pueden causar enfermedades serias a los seres humanos y de las cuales esas regiones actualmente se encuentran libres. También comprobamos que abriría una vía de ingreso de la aftosa que hay en Sudamérica hacia países que están hacia el norte del continente. De igual modo, existen enfermedades que solo hay en Panamá hasta México que si se abre esta vía caminera permitirá que insectos y otras especies puedan transmitirlas en la región sur del continente. Es por eso que antes de abrir una carretera se debe investigar las consecuencias que eso traerá, porque no es solo mover personas o infraestructura.
Perfil
Craig George MacFarland
Una voz autorizada
Craig George MacFarland Nació el 17 de julio de 1943 en Great Falls, Montana, Estados Unidos. Estudió Biología y Química en la Universidad de Texas y se graduó de Master y Doctor en Ecología, en la Universidad de Wisconsin.
Ha trabajado como investigador y fue director de la Estación Científica Charles Darwin en Ecuador y fue presidente de la Fundación Charles Darwin para las Islas Galápagos. Tuvo el cargo de Jefe de la Unidad en manejo de Áreas Protegidas en CATIE Costa Rica y tiene más de 80 consultorías completadas con éxito en América Latina. Ha trabajado como docente universitario. Tiene amplia experiencia con la gestión de áreas protegidas y trabajó con guardaparques en diferentes países de Latinoamérica.
Ha desarrollado varios cursos en Belice, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Granada, Guatemala, Guyana, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú y Venezuela.
En 1999 recibió el premio al Mérito por su trabajo en las Islas Galápagos de parte del gobierno de Ecuador y en 2006 recibió el premio de Conservación y Manejo de Áreas Protegidas en América Central por 28 años de trabajo en la región. Actualmente trabaja como consultor y capacitador de áreas protegidas para la Universidad de Colorado.
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