jueves, 23 de febrero de 2012

MSF NOS INFORMA DESDE LIBIA

La pesadilla de ser uno de los perdedores en Libia
FUENTE: Tracey Shelton, Misrata (Libia) | GlobalPost
Desde el inicio de la revolución en Libia, han sido frecuentes los informes de las atrocidades cometidas por ambos bandos. Ahora las antiguas tropas gadafistas, recluidas en prisiones no reguladas, denuncian torturas y vejaciones diarias.
En un principio, no había lugar a mantener a los presos lealistas.

"Era más fácil matarlos. Así es como pensaba la gente", dice Majid Alfituri, que fue de los primeros en levantarse en armas contra el régimen de Muamar al
Gadafi.

Alfituri, sin embargo, no podía soportarlo y verlo. Se ha convertido en uno de los pocos que están luchando para que los antiguos partidarios de Gadafi reciban un trato justo en las distintas cárceles, diferentes y a veces improvisadas, que hay en el país.

“En marzo, convertimos una de las escuelas en una prisión. Tratamos de salvar a tantos como pudimos pero a veces era imposible. Finalmente, me acusaron de estar con ellos (con los soldados leales a Gadafi) porque estaba salvándoles”.

Después de seis semanas, Alfituri huyó de su papel en la prisión, que albergaba principalmente a las tropas capturadas de Gadafi. Debido a sus esfuerzos para detener la tortura y la ejecución de los capturados por los rebeldes, Alfituri dice que recibió un disparo en su casa y la saquearon.

Pero sigue hablando en contra del tratamiento que se les está dando a los prisioneros de
guerra en Libia.

Desde el inicio de la revolución, han sido frecuentes los informes de las atrocidades cometidas por ambos bandos.

Mientras, las tropas de Gadafi, ahora en prisión, dicen que se les ordenaba a menudo torturar y ejecutar a los prisioneros y atacar a los civiles. La venganza y la justicia popular jugaron un papel importante en el tratamiento de los prisioneros en el bando rebelde.

Alfituri dice que estos civiles reflejan a menudo los juicios instantáneos del brutal régimen bajo el cual crecieron.

Todavía existen prisiones pequeñas, no reguladas bajo el control de algunos grupos de milicias. Otros someten a interrogatorio a los nuevos prisioneros antes de entregarlos a las instalaciones del Gobierno.

Entre las cárceles registradas, no hay un control central. Algunas están a cargo de las autoridades locales, otras del
Ministerio de Defensa. Ni siquiera se llevan registros de cuántos presos se encuentran ahora detenidos.

La situación, sin embargo, parece estar mejorando lentamente.

En una visita a uno de los dos principales centros penitenciarios de Misrata esta semana, alrededor de 50 prisioneros parecían estar a gusto en una habitación llena de gente, pero cómoda.

Algunos descansaban en colchones enrollados. No había signos evidentes de abuso o de miedo en los rostros de los internos. La charla entre los guardias y los prisioneros parecía informal y agradable.

Cuando se le preguntó en privado, la mayoría habló de malos tratos y palizas en el momento de su captura, pero no han informado de abuso verbal o físico dentro de la instalación militar.

En la guerra, cuando eres capturado en el campo de batalla, estalla la ira. Como militar esto no me preocupa. Sucedió en ambos lados", dice el coronel Mansor Daw, que fue jefe de seguridad interna para el régimen de Gaddafi.

Fue capturado huyendo de Sirte con el ex dictador. Ahora es un prisionero en el centro de detención militar de Misrata, donde él y otros dijeron que habían sido tratados bien y no tenían conocimiento de ningún caso de abuso dentro de la instalación.

 Alfituri dice que aunque la situación ha mejorado en algunas cárceles, la tortura, tanto para obtener información como utilizada como método de castigo sigue siendo frecuente.

"Esta mentalidad se vio reforzada por Gadafi", dice. "En virtud de Gadafi era una selva donde el más fuerte se comía a los débiles. Pero ahora es peor que una selva. No hay ninguna ley, ni justicia, ni control”.

Grupos de
derechos humanos están de acuerdo en que dentro de las prisiones reguladas, parece que hay poco o ningún abuso. Son las prisiones que no están registradas, ubicadas fuera de estas instalaciones, y los centros de interrogatorio externos los que son fuente de preocupación internacional humanitaria.

El 26 de enero,
Médicos sin Fronteras suspendió sus operaciones dentro de los centros de detención de Misrata, en protesta por la tortura de los presos.

Claudia Evers, coordinadora del grupo de trabajo en Misrata, explica que entre agosto y diciembre del año pasado se documentaron 115 casos de tortura. Informaron de todos ellos a las autoridades como presión por parte del grupo para instar al Gobierno al cambio.

Evers dice que a pesar de sus peticiones continuaron viendo regularmente casos de presos que regresan de los centros de interrogatorio externos con fuertes palizas, quemaduras de cigarrillos y  marcas de descargas eléctricas.

"Vamos a continuar las conversaciones con las autoridades", apunta. “Sólo si vemos a un compromiso con el cambio estaremos dispuestos a volver pero hasta ahora no ha sido el caso”.

El responsable del ayuntamiento de Misrata, Jalifa Zawawi, no es tan contundente, pero dice que están trabajando conjuntamente con Médicos sin Fronteras para mejorar la situación.

El responsable de seguridad de Misrata, Ibrahim Betamal, niega tales informaciones. Dice que en Misrata no están sucediendo, ni tampoco lo hicieron en el pasado, ni torturas ni malos tratos a prisioneros.

Sin embargo, hasta que el Ministerio de Defensa está lo suficientemente organizado como para cubrir todos los centros penitenciarios, el control de los presos sigue siendo disperso admite.

"Hemos enviado cartas a todas las instalaciones respecto al tratamiento de los reclusos. Si algo más sucede, son errores personales”, destaca.

 

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