Crítica. La enternecedora película “Una gran esperanza” está basada en hechos reales.
FUENTE: Nicolás Kusmin (Especial para Ey!)/ PANAMA AMERICA
Hollywood ha explotado por años la consabida fórmula de "basada en una historia real" con mejor o peor suerte. En este caso, el filme "Una Gran Esperanza" (o "El Gran Milagro", según el título original) no escapa a esta situación, ya que está basada en un acontecimiento sucedido en 1988, cuando un grupo de ballenas grises de California fueron descubiertas por un reportero varadas entre los hielos de Alaska, a nada menos que 30 grados bajo cero.
Adam (John Krasinsi, conocido por la serie de T.V. "The Office") es un reportero un poco cansado de vivir en un pueblo chico donde nunca sucede nada demasiado sorprendente, cuando finalmente se topa con esta historia. Rachel (Drew Barrymore) ecologista de Greenpeace y también exnovia de Adam, se involucra en la difícil empresa de liberar a estas ballenas, apodadas Pedro, Vilma y Bam-Bam, que se encuentran atrapadas entre hielos, que en esa época del año tienen hasta 3 metros de espesor, sin posibilidad de escapar a aguas abiertas.
En una lucha contra el tiempo, Rachel, Adam y Nathan (el actor Ahmaogak Sweeney), un niño nativo de Alaska de 11 años que aprende a relacionarse con su pueblo y su cultura, logran generar un movimiento, junto a la localidad de Barrow y la comunidad "inupiaq", para que esta situación pueda ser superada. Tal es el impacto de la noticia, que hasta la Casa Blanca interviene junto a la Guardia Nacional, involucrando incluso a otros estados (ver recuadro).
El director de "Simplemente no te quiere", Ken Kwapis logró plasmar el conmovedor movimiento que se generó en la comunidad y luego desde Estados Unidos al mundo, cuando esta extraña noticia. Mezclando un poco de humor, con las conflictivas relaciones entre los humanos (depuestas durante las dos semanas de duración del rescate). Pese a caer en algunas reiteraciones y bordear la sensiblería, logra sostener el relato hasta el final.
La historia real".
Cuando la apremiante situación de las ballenas capturó el interés internacional y produjo un frenesí mediático que se apoderó del pequeño poblado de Barrow. La historia llamó la atención de la Casa Blanca, en la presidencia de Ronald Reagan, concentrada en ese entonces en la campaña electoral del Vicepresidente George Bush (Padre). Tratando de vender a Bush como un candidato a favor de la ecología y de involucrar al Gobierno en este esfuerzo humanitario, el equipo de Reagan reclutó a Bonnie Mersinger, una asistente ejecutiva del consejo de gabinete, para que ayudara a la Guardia Nacional de Alaska.
Cuando la apremiante situación de las ballenas capturó el interés internacional y produjo un frenesí mediático que se apoderó del pequeño poblado de Barrow. La historia llamó la atención de la Casa Blanca, en la presidencia de Ronald Reagan, concentrada en ese entonces en la campaña electoral del Vicepresidente George Bush (Padre). Tratando de vender a Bush como un candidato a favor de la ecología y de involucrar al Gobierno en este esfuerzo humanitario, el equipo de Reagan reclutó a Bonnie Mersinger, una asistente ejecutiva del consejo de gabinete, para que ayudara a la Guardia Nacional de Alaska.
"Así fue como conocí al Coronel Tom Carroll," declaró Mersinger, quien fue asesora técnica de "Una Gran Esperanza". El Coronel Carroll era el comandante de uno de los principales batallones de la Guardia Nacional de Alaska que tuvo bajo su responsabilidad atravesar el hielo en una gigantesca barcaza. Al descubrir que su misión era imposible, llamó al presidente para solicitarle que contactara al primer ministro soviético, Gorbachov, y le pidiera que un rompehielos ruso ayudara en el rescate de las ballenas. "Eso fue antes que el Muro de Berlín cayera," agregó Mersinger, "así que este contacto entre Estados Unidos y la Unión Soviética fue algo extraordinario y un paso hacia la paz mundial en ese momento".
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