sábado, 11 de febrero de 2012

MSF denuncia el arresto de los médicos que tratan a los opositores.

FUENTE: LA RAZÓN Álvaro del Río
Asad utiliza los hospitales como arma de represión
En Siria, ni siquiera los hospitales son lugares seguros. Principalmente, porque el número de agentes de seguridad leales al régimen de Bachar Al Asad supera en los centros sanitarios al del personal médico, obligado la mayoría de las veces a someterse
Así, el 95% de los opositores y manifestantes heridos por participar en las protestas contra el régimen recurren a las redes médicas clandestinas para curarse. En los centros públicos no sólo son delatados, sino perseguidos y hasta torturados por las fuerzas sirias, denuncia Médicos Sin Fronteras (MSF), que desde hace diez meses solicita sin éxito a las autoridades de aquel país poder prestar asistencia a las víctimas de una represión que ha dejado, según las organizaciones de derechos humanos, más de 6.000 muertos y miles de heridos.

«Están utilizando la medicina como arma persecutoria», explica la presidenta de esta organización, Marie-Pierre Allié, que a falta de poder entrar en Siria, colabora con redes de MSF para hacer llegar medicamentos, kits de operación y demás material sanitario. Para evitar ser detenidos, muchos heridos acuden a los llamados «hospitales ambulantes». Ni médicos ni pacientes saben dónde están. Miembros de la oposición les conducen con los ojos vendados por precaución. Habilitadas en apartamentos, sótanos o granjas, dotadas con los medios más rudimentarios, estas clínicas móviles están dispuestas a mudarse en cualquier momento por miedo a ser descubiertas por los agentes del régimen y, a continuación, desmantelados. «Quien me asistió era una simple enfermera que trabajaba en una clínica», relata bajo anonimato a MSF un joven de 28 años que logró escapar tras ser herido por un disparo en la pierna. «Como pudo me cosió, con una aguja e hilo, sin ni siquiera anestesia», detalla.

Sin las condiciones necesarias
La seguridad es lo que más preocupa a los facultativos que colaboran con la oposición y que se saben perseguidos constantemente por el oficialismo. «Muchos profesionales que han curado heridos en sus centros privados han sido arrestados y torturados»,  relata un médico, que deplora la precariedad de los «hospitales ambulantes». «No hay respiradores artificiales ni material de esterilización dignos de ese nombre. Pero hacemos lo máximo que podemos», admite resignado.  Otro paciente de 23 años narra su experiencia. Herido en una mano, ingresó en un hospital público de Damasco, creyendo que la situación en la capital era mejor, pero bajo falsa identidad porque la seguridad andaba tras él. «Lo normal es que me hubieran retirado un dedo, pero decidieron amputarme desde la muñeca. Una herida de bala no necesita tal amputación», denuncia. El «paciente número ocho» del informe de MSF explica que el día que fue herido hubo «una matanza del Ejército». «Los muertos estaban por todas partes. Los vehículos recogían a los heridos, pero el problema era la presencia de las Fuerzas de Seguridad», añade para precisar que en la misma puerta del hospital había una multitud de vehículos militares. Hasta establecimientos como el hospital de la Fuerzas Armadas de Homs se ha convertido en un centro de interrogatorio.

 Un cirujano generalista sirio explica que fue registrado e inspeccionado por los servicios de seguridad porque atendía a los manifestantes heridos. «Tratábamos que los hospitales estuvieran acondicionados, pero no se cumplía la normativa habitual», dice impotente. Asegura, además, que el nivel de violencia ha ido en aumento a lo largo de los meses y que las armas que utiliza el Ejército son cada vez más letales.

La práctica de la medicina se ha convertido en una acción de riesgo en Siria. Un especialista biólogo recogido por el informe de MSF denuncia que numerosos médicos han sido detenidos a raíz de revuelta popular. Otro profesional que trabajaba en un hospital público relata que las Fuerzas Armadas lanzaban ataques en los centros sanitarios de campaña impidiendo que pudieran atender a los heridos. Los más comunes eran de disparos y choques eléctricos mortales. Los heridos más afortunados, explica la organización francesa, consiguen refugiarse en países vecinos como Líbano, Jordania o Turquía, donde han recogido los testimonios y donde pueden ser tratados en mejores condiciones, aunque en muchos casos demasiado tarde. «La gente muere todos los días en las calles [de Siria]. Ésta es la realidad», concluye el médico que en el informe aparece como «número cuatro».

Más presión diplomática sobre Siria
Los diplomáticos de la ONU y de la Liga Árabe buscan una alternativa para esquivar el veto de Rusia y China en el Consejo de Seguridad. Una de las opciones es enviar una misión conjunta. Por su parte, la UE dio ayer un nuevo paso en la guerra diplomática abierta contra el régimen sirio. Los expertos de los 27 dieron luz verde a la congelación de activos del Banco Central sirio y a la suspensión de las importaciones de oro y otros materiales, en un último intento de asfixia económica al Gobierno de Damasco, informan M. Torres y C. Herrero desde Nueva York y Bruselas.
 

Sexta jornada de agonía en Homs
Más de cien personas murieron ayer en Homs por la constante ofensiva con tanques, morteros y cohetes que han emprendido   en esta ciudad siria las fuerzas leales al Gobierno de Bachar Al   Asad, según denunciaron los Comités de Coordinación Local. Entre estas víctimas, según un comunicado recogido por Reuters, figuran «tres familias cuyos cuerpos fueron rescatados bajo los escombros de sus casas», así como otras víctimas que murieron como consecuencia de las heridas sufridas en estos días de asedio.   El grupo también ha denunciado, a través de su página en internet, seis muertos en Idlib, diez en los suburbios de Damasco, dos en Alepo y uno en Latakia. Los Comités citan como fuentes a «activistas y  médicos» que trabajan sobre el terreno, pero no pueden confirmar los nombres de los fallecidos por «el intenso bombardeo»  emprendido contra la población. La presión sobre la ciudad de Homs, considerada el bastión de la resistencia contra Asad, ha sido intensa desde que comenzaron las revueltas en el mes de marzo. Sin embargo, ha sido en la última semana cuando el nivel de asedio y brutalidad se ha disparado.

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