viernes, 16 de marzo de 2012

Habla MSF desde el infierno Sirio

'En Siria no hay una guerra sino un asesinato en masa'.
Jacques Berès, un bisturí en el infierno
Cofundador de Médicos Sin Fronteras, es la 'peor guerra' que ha visto
Entró en Homs por un túnel y ha llegado a operar sin bisturí ni medicinas
Afirma que las tropas entran en los hospitales y matan a los heridos
FUENTE:Raquel Villaécija | París/EL MUNDO.ES
"Los bombardeos no cesan, a las seis de la mañana, por la tarde... Atacan sin importar cuándo ni a quién matan. La muerte en Siria no entiende de horario. Lo que ocurre allí no es una guerra sino una verdadera matanza de civiles, un asesinato de masas". El que hace balance de un año de bombas es el único bisturí extranjero infiltrado en la ciudad de Homs desde que se intensificaron los bombardeos el pasado mes de febrero.
Jacques Berès es pura cirugía de guerra. Testigo en la clandestinidad de la tragedia a puerta cerrada, su mano curadora ha sanado, o lo ha intentado, a los supervivientes de la peor guerra que han visto sus experimentados ojos. "Los enfermos se amontonan en los hospitales clandestinos. Teníamos que tener cuidado para no pisarlos", asegura a El Mundo.
Bata blanca y chaleco antibalas, este "dinosaurio humanitario", según se autodefine, que regresó hace dos semanas a París, ha trabajado durante 15 días mano a mano junto con sus colegas sirios en condiciones extremas. Ha atendido a heridos y enfermos en hospitales clandestinos, improvisados en casas particulares, a veces sin agua y sin luz, expuestos a las bombas y la metralla lanzada por el régimen de Bashar Al Asad. Los heridos en Siria nunca están a salvo.
"Las tropas entran en los hospitales y ejecutan a los heridos. Estos centros públicos están al servicio del régimen. Hay un momento en el que no hay que hacerse preguntas. Desde el punto de vista médico sabes que lo que estás haciendo no es muy brillante, pero allí se hace lo que se puede con los medios con los que se puede", declara el francés.
De Vietnam a Siria
En sus 40 años de ejercicio, el cofundador de Médicos Sin Fronteras y de Médicos del Mundo ha visto dolor en todas sus formas y nacionalidades: desde Vietnam, hasta Irak pasando por Gaza o Sudán. Pocas guerras del último medio siglo se le han escapado. El enemigo a batir es, en este caso, peor que todos los anteriores.
"Sólo recuerdo algo similar en Grozni (Chechenia), donde las condiciones eran parecidas: represión virulenta, falta de protección a la población... También trabajé en Irak durante los bombardeos americanos, pero esto es peor que Irak y que la situación de Gaza en 2010", dice.
Esta vez no ha sido MSF sino otras dos organizaciones -la unión de asociaciones musulmanas de Seine Saint Denis y el colectivo France-Syrie Democratie- las que le dieron el pasaporte a la guerra. Su viaje fue una travesía en el desierto: infiltrado en la ciudad gracias a la ayuda de los rebeldes, consiguió llegar hasta Homs a través de un túnel que luego fue bombardeado.
Cuando creía morir fueron los sirios a los que él había apoyado durante semanas los que le ayudaron a salir. "En cuanto pueda voy a volver, lo he prometido y creo, además, que es lo que hay que hacer», asegura el médico galo. Sin higiene, sin medios, sin personal, el ejercicio de la medicina en las trincheras no se enseña en los libros. Pero allí donde no había hospitales Berès improvisó salas de cura, donde había un suelo frío, inventó una cama en la que descansar. Sin bisturí, operó con lo que pudo, y ante la falta de medicamentos, tendió su mano para, al menos, aliviar el dolor.
A pesar de las dificultades, operó a 89 enfermos, la mayoría niños, mujeres y personas mayores. Sobrevivieron 80. "He tardado tiempo en entender por qué la gente me daba las gracias. Pensaba que era por mis servicios. Pero he aprendido que no me dan las gracias por mi ayuda médica sino por haber estado a su lado en su sufrimiento. Les doy apoyo moral, y es para ellos importante que testifiquemos, que contemos lo que les está pasando».

No hay comentarios:

Publicar un comentario